Ramón sigue ganando a los dados en su pueblo. La bodega va bien. Sus vinos tienen mucha aceptación entre profesionales y prescriptores tanto los de la ‘serie naranja’, con sus tintos ‘Ramón Ramos’, como los rotundos 8, 3 y 14, visibles en su inconfundible etiquetado. Cada año se comercializan en torno a las 500.000 botellas con contraetiqueta de la Denominación de Origen Toro. De ellas, el 65% se exporta regularmente. La bodega va bien. «solo falta el jardín y una bonita fachada, que estamos en ello», dice sonriendo Ramón, al tiempo que señala el último regalo que le ha hecho su suegro Isidoro: un tractor Massey Harris del 45 para decorar la bodega en homenaje a su padre y a la marca ‘Monte Toro’. Sus vinos cada año sorprenden con sus partidas en ecológico, incursiones en la viña con la petit verdot, sus monovarietales de malvasía, verdejo, garnacha y sobre todo la tinta de Toro, con una importante masa de viñedos con uvas procedentes de vasos viejos y buenas espalderas y terruños diferentes. Ramonín crece despacio, con sus 112 hectáreas de viñas, la mitad propias y la otra parte «como si lo fueran, pues son viticultores de toda la vida de los pueblos del entorno que ya le traían los cestos a mi padre y seguro que pasaron por el control de mi abuelo Ezequiel, que fue corredor en Venialbo», aclara Ramón, enólogo de la promoción del 96 de la Escuela de la Vid y el Vino en Madrid, cantera de magníficos técnicos que han levantado el sector del vino en silencio, sin grandes titulares, ni estancias en países de exóticas viñas.
Esta bodega de Venialbo, situada en la ribera del arroyo Talanda es una de esas referencias de vinos de la Denominación de Origen Toro que mantiene intactas las constantes culturales, es decir, sus raíces, su vínculo a la tierra y en consecuencia la expresión de la misma en sus vinos. Hoy el enólogo Ramón Ramos, ‘Ramonín’, y su hermano José están al frente de la bodega que fundara su padre Ramón, vinatero de toda la vida que fue, además, pionero en la DO. Por eso, a pesar de las nuevas tecnologías, la bodega subterránea sigue en el casco urbano y la moderna en lo alto de un cerro donde Ramón diseña vinos con criterios enológicos del momento. Pero eso no evita que siga fiel a una clientela muy particular y familiar: la venta de vino que nos devuelve el pasado de las cántaras de toda la vida. Y es que Ramón Ramos sabe – y lo sabemos todos – que una parte de lo que se elabora en muchas bodegas acogidas a las denominaciones de origen, encuentra su nicho en la venta de graneles envasados que, por lo general, suelen ser los mismos vinos jóvenes que salen en botella. Ramón explica con mucha gracia su partida de dados: «Me costó mucho convencer a los clientes de toda la vida de que el envase de bag in box era mejor, más apropiado, cómodo e higiénico y el vino se conservaba mejor…. No había manera de que pronunciasen bien «bag in box» le llaman «baquin» «boxi» y así”. «Pues bien –dice- diseñé la caja en forma de dado pensando que así sería más sencillo y me pedirían el vino de cántara por el de «dados» de 10 litros. Manda narices que ahora lo llaman «bag in box».
A Ramón Ramos hay dos cosas que nadie le podemos negar, su habilidad como enólogo afrontando retos de varietales, Toros modernos y expresivos, buen criterio en tiempos y tipos de roble en la crianza, espumoso con mucha rima y sobre todo, una sonrisa de carta de presentación siempre. Su última partida ganada en su pueblo ha sido a los dados, todo un símbolo de la tradición y modernidad al margen de un diseño muy original.
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Bodega Ramón Ramos S.L. ha sido beneficiaria del Fondo Europeo de Desarrollo Regional cuyo objetivo es mejorar la competitividad de las Pymes y gracias al cual ha puesto en marcha un Plan de Marketing Digital Internacional con el objetivo de mejorar su posicionamiento online en mercados exteriores durante el año 2017. Para ello ha contado con el apoyo del Programa XPANDE DIGITAL de la Cámara de Comercio de Zamora.